sábado, 23 de julio de 2011

Historia de la taquigrafía

Los orígenes de la taquigrafía se remontan a la época del historiador griego Jenofonte, que se valió de esta técnica para transcribir la vida de Sócrates.
La taquigrafía —de las voces griegas taxos (celeridad, rapidez) y grafos (escritura)— se vale de signos más sencillos que los de la escritura corriente para escribir tan deprisa como se habla. La usaron los fenicios y griegos, y en Roma desde la época de Cicerón, según Plutarco. En Roma se llamó notae tironianae, pues la usó y perfeccionó Tirón, esclavo (y luego liberto) de Cicerón, desde aproximadamente el 70 a. C. Un sistema parecido al de Tirón parece atribuírsele a Mecenas, de acuerdo con Dión Casio. Poco después el sistema fue ordenado en forma de diccionario por Séneca, llamándose Notas de Tirón y Séneca. Sin embargo, cayó en el olvido con la invasión de los bárbaros[cita requerida]. Posteriormente, se ha restablecido en la Edad Moderna. Comenzó de nuevo en Inglaterra, año 1588 por Bright. Siguió por Francia, Holanda, Alemania desde el siglo XVII. Llegó a Italia en el siglo XVIII y a España en 1800. El verdadero inventor de la taquigrafía española es el valenciano Francisco Martí, en 1802. [cita requerida] Su sistema se considera como el más perfecto de los conocidos hasta el siglo XIX.
El término fue utilizado por primera vez por Thomas Shelton en 1641, luego por Coulon de Thévenot en 1776 y finalmente adoptado por Martí. El inglés John Willis, inventor del primer sistema geométrico, la había denominado estenografía

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